Escuchás Tarot y pensás: adivinación, predicción, o peor, chantada, superstición.
Y si. Lamentablemente, el Tarot despierta asociaciones poco felices. Y sin embargo, ahí sigue, sobreviviendo. ¿Habrá algo más interesante en el Tarot? ¿Habrá personas serias y pensantes trabajando con Tarot? Proponemos apertura. Pero, ojo, no se trata de CREER en nada. Porque el Tarot NO es creencia, ni religión, ni un misterioso oráculo originado en el Antiguo Egipto, como a veces se dice sin saber.
El Tarot es un PRODUCTO CULTURAL, histórico.
Nació en la Europa Renacentista y circulaba en las cortes. No tiene autor, o por lo menos, no quedó registro. Hasta la imprenta, los mazos los producían artistas de la época. Pero lo interesante vino después, cuando ciertos pensadores empezaron a mirar el mazo en clave simbólica.
Para nosotros, de esto se trata. Del SÍMBOLO. Freud, Jung y sucesores postularon la idea de que en nosotros hay una zona llamada INCONSCIENTE, que tiene bastante más impacto en nuestra vida, de lo que conscientemente querríamos. Y el inconsciente opera mediante símbolos, procesa información utilizando ese lenguaje, para el cual la IMAGEN es fundamental, como pasa en los sueños, que son imágenes.
Y el Tarot, es un CONJUNTO DE IMÁGENES. Joseph Campbell, especialista en mitología, propuso la idea de que en el fondo de todos los relatos mitológicos, se cuenta el Viaje del Héroe: el héroe viene a ser el ser humano y el viaje es la vida. Y el Tarot, finalmente, es un conjunto de imágenes que transmiten simbólicamente una reflexión sobre ese viaje.
Entonces, ¿para qué sirve el Tarot? Sirve para pensar acerca de la vida y de nosotros mismos. Para que cuando tenés un problema en el trabajo, una complicación en tu relación de pareja, una situación que no logras resolver, la mires en el espejo que son las imágenes del Tarot. Esas imágenes NO te van a decir lo que va a suceder, pero sí te van a permitir COMPRENDER de qué se trata ese tema en tu vida.