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VIII La Justicia

“No es justo” decimos mucho. Sentimos que si somos buenas personas, si tuvimos buena intención, es incorrecto que nos sucedan cosas “malas” o indeseables. Sin embargo, a veces, luego de hacer procesado esos sucesos supuestamente negativos, decimos “qué justo que haya pasado eso, porque me enseñó tal cosa, o gracias a eso luego pude hacer esto otro”. Evidentemente, el equilibrio del cosmos es algo misterioso que excede al ser humane.

En general nos sentimos más inocentes que culpables. Pero, al decir de Sallie Nichols: “solamente con la intención de que aceptemos nuestra doble naturaleza, podremos acercarnos a ella y entenderla”. Si no, estaríamos, muy infantilmente, dividiendo al mundo entre “les buenxs” y “les malxs”. Que tengamos buenas intenciones y que nos consideremos buenas personas, no significa que no actuemos erróneamente o que nuestros actos no hagan daño, incluso por pura omisión.

La física plantea que un cuerpo está en equilibrio cuando, a la fuerza aplicada sobre él, le responde una fuerza opuesta pero igual. En la naturaleza opera el principio de homeostasis: los organismos regulan su ambiente interno para responder a los cambios del ambiente externo. En el psiquismo humano, opera el principio de constancia con un propósito similar. Al parecer, la vida se mueve en un proceso de auto-regulación constante, un equilibrio siempre dinámico, en movimiento constante.

La Justicia no hace que las cosas sean como antes ni que la vida sea perfecta. Su simbolismo apunta a la unión de fuerzas opuestas que habilita una compensación. Entonces, ¿en qué sentido nos muestra esa compensación?

Propone Sallie Nichols: "abandonar la bendita etapa de la inconsciencia, para asumir el reto y la RESPONSABILIDAD... dejar de reprender a sus padres o al Destino por las faltas cometidas contra él, por reales que éstas sean, y soportar el lastre de la propia culpabilidad. Solamente la persona loca está interesada por la culpa de otros, puesto que esto no puede cambiar. Cortar el cordón umbilical significa, psicológicamente, separarse o liberarse de toda dependencia infantil, tanto negativa como positiva.”