Desde la perspectiva de la Semiología o de la Semiótica (el estudio de la significación), un SIGNO es aquello que está en representación de otra cosa (no estamos hablando de los signos del Zodíaco!).
Por ejemplo, la palabra “casa” es un signo: no es el objeto casa en sí, sólo lo representa. El signo, en cierto sentido, tiene una relativa inmutabilidad, pero sobre todo, tiene un significante para un significado. Simplificando, en términos generales, la palabra casa siempre se refiere más o menos a lo mismo, significa una sola cosa.
Pero cuando hablamos de SÍMBOLO, en particular en el contexto de los Lenguajes Simbólicos, nos referimos a algo diferente (ya alejándonos un poco de Saussure y de Peirce).
Un símbolo no tiene un significante para un significado sino que el significado está presente en el significante. El símbolo es inseparable de la cosa y cada vez que vuelve a ella, aparece otro significado.
En este sentido, el símbolo tiene una pluralidad de significados y de niveles: el personal, el social (cultural) y el nivel universal (arquetípico).
Además, el símbolo tiene una potencia transformadora, va más allá de la razón pero no es irracional.
Es importante ver que la captación profunda del sentido de un símbolo requiere no sólo de la función lógica (pensamiento) sino también de las demás funciones psíquicas (sentimiento, sensopercepción, intuición). Nos acercamos, en este sentido, al pensamiento de Carl G. Jung.
Trabajar con símbolos convoca a la capacidad humana de simbolizar y de poner en juego la imaginación creadora.
¡Mira el video para comprender de dónde viene el simbolismo astrológico!